jueves, 30 de julio de 2009

Allí nos vemos. Segunda parte.

Sabía que no tenía mucho tiempo. Llegaría tarde al trabajo. Pensé en usar el móvil y avisar de mi retraso. ¡Que le den por culo!, esto es una entelequia, una metáfora, no crean que yo deseo el mal a nadie, además desde que tuve un sueño dónde un supositorio gigante me perseguía tengo a los gays por unos valientes.
Los que hemos vivido en épocas remotas dónde el móvil era un artilugio futurista a veces nos sublevamos ante su tiranía de la inmediatez y comunicación global. También nos revelamos por no gastar, que a uno le bautizaron en Villa Tacañería.
¡Que no joder!, cuando llegue al trabajo ya daré explicaciones. Que especulen acerca de mi tardanza. No se lo voy a poner tan fácil. Por lo menos ya tendrán de algo de que hablar en la oficina, un motivo para abrir un debate mientras toman el primer café de la mañana.
“Se ha dormido” dirá Margarita, mientras remueve su te con extras de azúcar hasta alcanzar el punto exacto de dulzura. “Si, seguro” aseverará Domingo “No hay otra explicación” alargará su intervención. “Bueno, tal vez, solo se haya despistado, son y cinco” apuntará Penélope, siempre inclinada a mi inocencia en todo; pondrá un poco de duda en esa atmósfera de juicio sumarísimo y sentencia, CULPABLE.
¿Y ya está? Esos son mis compañeros, carentes de imaginación y ganas de mojarse de vida. Encerrados en el penal gris de la fábrica y enclavados en el automatismo de la cadena alimenticia de la sociedad. ¡Toma frasecita, tía legañosa!
Me había quedado tirado con el coche pinchado, camino del trabajo. Mientras leían los dos párrafos anteriores he sacado del maletero el gato, éste debe ser el que chilla cuando la correa no sigue a la polea, la llave de vaso de diecisiete y la rueda de repuesto.

Como un tenue recuerdo una figura me observaba desde que había bajado del coche. Era una mujer de mi misma edad. Permanecía de pie a unos cinco metros, detrás del coche que separa el mío de la cera. Sus ojos me radiografiaban, eso supongo, ya que cuando me di cuenta de su presencia, alterné mi concentración mecánica con la avidez de curiosidad. ¿Quién era esa mujer que no me quitaba ojo?, ¿Qué pretendía?, ¿Aprender mecánica de un experto?, ¿Se me veía algo inapropiado como la rabadilla del culo?, ¿Le ponía cachonda?, esta idea la abandoné de inmediato tengo menos sex-appeal que el Aznar mostrando sus abdominales. Algo buscaba estaba claro, venderme algo u ofrecerme la Cuenta Naranja al siete por ciento TAE desde el primer céntimo de euro que no peseta. Al final de decidió y dijo algo, como era de suponer inaudible.

- ¿Si?, perdone, dígame.
- Que le digo que buenos días.
- Buenos días, será una manera de hablar, porque ya me ve. Esto que estoy haciendo no es un capricho tonto de esos para pasar el rato.
- Claro, es una manera de hablar, se lo tendría que haber avisado. “Buenos días, es una manera de hablar, como otra cualquiera, ¿verdad?”
- No sé, ¿Cómo otra cualquiera?, según lo que quiera usted expresar.
- Yo lo que quiero decir, es simplemente, un saludo, y lo más corriente es “Buenos días”
- Dejémoslo ahí, no vamos a llegar más lejos por aquí.
- Hasta que no arregle el pinchazo desde luego –le puse cara de esta tía flipa, que coño de conversación estupida estamos teniendo- así podremos hablar.
- De que – y que agaché para continuar mi faena.
- Del instituto por ejemplo.

Me ha tocado la loca de turno, rediez a estas horas de la mañana, con el humor que gasto, y de manera inesperada una sonrisa de oreja a oreja tan grande como la cortada que le hubiera hecho en el cuello apareció en mi cara, ¡maldita caridad cristiana!.

- ¿A cual fue?
- Al Instituto Goya.
- Igual que yo.

“Que puñetera casualidad”

miércoles, 29 de julio de 2009

Mariposa perversa.

Mola
se mola
y mueve la cola

Salada
la mar salada
y la ensalada resalada

Mola
se mola
y no se estorba

Mira
el espejo remira
no es pellejo, no digas

Mola
se mola
su vida consola, o ¿era con soda?.

Y dijo la mariposa:

"Espejo pendejo
ahí te dejo
con un sol en medio de añicos,
revienta reflejos"

miércoles, 15 de julio de 2009

Allí nos vemos.

Escucho mi voz por detrás de mis ojos, en medio de la oscuridad de la habitación de mi cerebro. “Que fácil es la vida”.
Escucho mi voz real que sirve de melodía para el pensamiento que se escapa.
-…y que complicada nos la hacemos.

Todos los días me despierto y me duermo, el mismo comienzo, el mismo fin. Y entre un acto y otro, la vida se rellena, como la farsa de un tomate, de sucesos planeados, de rutinas esperadas y algún acontecimiento inesperado. Esto es lo normal. Pero en ocasiones, las cosas no ocurren como uno aguarda. Y tal vez, ese día tengas que dejarte arrastrar por los contratiempos para no volverte "loco".

Soy bastante regular. Ir al baño, por la mañana, con un libro entre las manos y leer cuando mi trasero sin calzoncillo o calzoncillos, no lo tengo muy claro como se escribe mejor, se aposenta sobre el aro de la tapa del inodoro, me permite mantener mi afición a la lectura. Es un cuarto de hora, no más. Suficiente para saciar mi estreñimiento crónico.
Todo tiene su tiempo antes de salir de casa. El desayuno. Calentar la leche, teñirla con el Nescafe, el mejor café soluble del mundo, si me enterará que Nescafe iba a desaparecer del mercado, calcularía para cuantos desayunos me iba a hacer falta hasta que me muriera y lo compraría, y no le daría a nadie, ¡lo juro!. Luego la lectura del santo evangelio que toque sobre el pulpito blanco. Hoy tocó La conjura de los necios. Tiro de la cadena. Una ducha rápida. Y salir de casa hacia el trabajo. Antes, me he vestido claro, me gusta ir desnudo por casa, pero cuando salgo de casa tengo la maldita costumbre de vestirme, eso de encontrarte en el ascensor con tu vecino a las siete de la mañana desnudo, pues mira que uno no esta para muchas explicaciones. En otro momento se podría hablar de lo güai que es ir en pelotas, pero a las siete de la mañana, recién levantado y pensando que te tienes que ir a meter ocho horas en la oficina, pues que no. Mejor vestidito, con tu camiseta de Robert de Niro en Taxi Driver, tus vaqueros de hace cuatro años, que te sientan de puta madre, y tus zapatillas de adolescente, ¡a que molan! Patético, piensan algunos. Solo espero que cuando nuestra generación seamos mayores, bueno, mayores ya lo somos, quiero decir, ancianos, no nos rilemos y sigamos vistiendo como ahora, ¡que coño pasa aquí! que la ropa que llevan nuestros padres ahora no es la misma que llevaban cuando eran jóvenes. Cuanto hipócrita tenemos en nuestras filas.

Mi coche no duerme, esta siempre en alerta, aunque siempre lo pillo de improviso. En cuanto le meto la llave, y la hago girar, chilla como si se la hubiera metido a un gato por el culo, maldita correa como chirria, se podría romper y así la cambiaría. ¡No, no que es broma, que no se rompa!. Pongo la radio, y la música me dice cosas que pronto olvido, paso por las calles y ya no me ha acuerdo como salí de casa, que coche acabo de rebasar, que gente espera en la parada del autobús,… los trayectos de casa al trabajo son como viajes por el hiperespacio, zash!!!!!!!!, no sabes por dónde has transitado pero has llegado a tu destino, como cuando vuelves a casa todo topo de vino una noche de juerga y te sorprendes de cómo has llegado. No sabes si has venido por el camino mas corto o has vuelto pasado por Calatayud. Pues eso mismo.

Pero ese día, algo iba a ocurrir, que lo iba a convertir en extraordinario. Un pinchazo. ¡Me cago en satanas!. Que mal sienta un pinchazo. Nunca viene bien. Además sin avisar. Que pocas veces algo malo te avisa que va a ocurrir. Por otra parte, lo mismo ocurre con lo bueno.

Lo dejamos, con mi coche parado a la derecha. Bajándome del coche, con un globo de viñeta lleno de culebras, calaveras, bombas, puñales,.., y una mujer que sonríe en la acera.

martes, 14 de julio de 2009

El comercial que llevamos dentro.


¿Qué es lo que vendes?
Tu norte o tu sur.

Tal vez vendas el sosiego de tus atardeceres.
El desierto de tu piel,
El instrumento musical de tu risa.

¿Qué es lo que vendes?
Tu cuello rodeado por correa de amo,
O tal vez, tu culo de callo malayo.

Tu norte o tu sur, tu decides.
¿Qué es lo que vendes?

Los huevos de tu vecino,
La traición de los riñones al jerez,
Las sabinas y amapolas de tus recuerdos.

¿No sabes lo que vendes?
¿No conoces los artículos de tu catálogo?

La danza de las calabazas
El azulejo de tu mejor primavera.
Los hilos de seda de la tormenta.
El primer abrazo de mujer.
Las espigas de trigo que serán el pan del mañana.
El indicio del vuelo del beso mas deseado.

La lista es interminable, se vende de too.

También el este o este, y el oeste.

¿Y yo?, ¿qué es lo que vendo?

Hoy, como toos los días un sueño.

Al abrir la ventana me encontré con un arco iris de escalones.
Fije un pie tras otro pie y subí hacia el cielo, al torcer a la izquierda detrás de la ultima nube, lo pude ver, el sol.
Muy pocos lo saben, pero dentro del astro dorado, se esconden los secretos mejor guardados.
Lo que ocurre, que la luz que despide, nos ciega y nos niega verlos.
La única manera de conocerlos es correr hacia él y aunque pienses que te vas a quemar saltar dentro de él.
Ya me contaras, nadie ha vuelto después de intentarlo.
Yo, ni en sueños lo haría.

¿Y tu que vendes?

jueves, 9 de julio de 2009

Cuando el Dios Yahvé era un niño, pasaba las horas mirando ensimismado jugar al mus a las arañas. Era uno de esos tipos raros y solitarios, que no tenía mucho trato con los otros niños Dios. Un día en la escuela de Dioses, les enseñaron a crear mundos. El Dios Yahvé, hizo para su trabajo de fin de curso, primero un muñeco de barro, que llamo hombre y luego creo otra figura que llamo mujer. A partir de entonces, dejo su antigua afición, las musarañas, y se entrego en cuerpo y alma, en hacer más grande su mundo.
Se convirtió en arquitecto, ingeniero, artesano, carpintero, albañil y armador.
A sus muñequitos ya de carne y hueso, les dio la capacidad de pensar. Y comenzó una nueva manera de disfruté. Con leyes naturales, y su presencia en distintas formas, comenzó a manipularlo todo a su antojo, para diversión propia, como cuando un niño destruye un hormiguero, mutila al saltamontes, se mea sobre un escarabajo, aplasta al caracol…
Sus muñequitos de barro, se convertieron

domingo, 5 de julio de 2009

Entre sabanas

Me despierto bajo la sabana. Tapado hasta arriba, cubriendo la cabeza. En la cama no estoy solo. Una pareja, supongo, de hombre y mujer, hacen el amor a mi lado. Sus jadeos se aceleran a la vez que sus movimientos. Supongo que están en la penetración. Se que se acerca el clímax. Lo intuyo. Lo conozco. No me muevo. Solo miro desde el interior de la sabana. La boca de ella, en pleno orgasmo, en el goce, se acerca a la tela. La absorbe y casi se la come. Percibo el volumen y la forma de sus labios. Siento su aliento húmedo. Me estremece su último grito.

Me dejo caer sobre la cama. Agotado y sudado, pero satisfecho. Mi sonrisa me acompaña. Mis ojos cerrados, una de mis manos sobre el pecho, la otra agarrada a su mano, y el pito desinflándose. Pronto dormiré en efluvios de dulce licor. Adiós (suave). Felices sueños (ni sus pensamientos lo oyeron).

El cuarto se me queda pequeño. Quiero mar y quiero sal. Una ola que me enganché por la cintura y me levante. Los senos que tengo erizados, no paran de pedir más. Corre, corre por la playa, salta. Los pómulos de mis caderas quieren chocar contra el rompeolas del acantilado.

Un hombre, una mujer y el colchón de su cama.

P.D.: Algunas cosas nos hablan, como la radio, el secador, la ducha, la cisterna del baño, el frigorífico,... en cambio otras, solo nos oyen y nos sienten. Si hablara nuestro colchón.

jueves, 2 de julio de 2009

Respeto.

Las decisiones pasadas nos marcan. Pero equivocadas o no, son tuyas. Cuando tú las tomaste, hace tiempo, entonces, pensarías que fueron las más acertadas. Respétalas.

Si existe algo en lo que te has convertido, que no te gusta. En tu mano, seguramente, esta en cambiarlo. Pero no te eches la culpa, de lo que hiciste en el pasado. Sería muy injusto para tu yo más joven. Él no se puede defender. Y aunque te acuerdes de las razones por las que tomaste, tal y cual decisión, seguro, esto seguro, que entonces, pensabas que era lo correcto. Lo que sientes ahora, no es lo mismo que lo que entonces sentías. Respétalo.

No pienses que ahora eres mas listo que antes, y que no volverás a equivocarte, y en algún momento incluso arrepentirte, de esto o aquello. Sigues siendo consecuencia de lo que eras antes. Aunque te creas que has cambiado mucho, aunque la gente diga que no te reconoce. No es cierto. Es tan difícil cambiar. Poco a poco, te vas cambiando de versión. Pequeñas modificaciones de programa. Pero en un gran porcentaje eres el mismo. ¿no te reconoces?. Respétate.

miércoles, 1 de julio de 2009

En un escapate de Peratallada


- Coge el que quieras, el que más te guste, a cambio, me tienes que contar un secreto.
- No, no le escuches, no participes en su juego.
- No le hagas caso, siempre igual, "no esto, no a lo otro", buagh, ¡que aburrido que eres!. Cuentale, cuentale uno, aunque sea pequeñito.
- ¿Un secreto?, yo no tengo secretos, soy tan anodino, que no me permito ni tener secretos.
- Eso, que quede claro que no le vas a decir nada.
- No me mientas, todos tenemos secretos, manías inconfesables o ideas perversas, que no nos atrevemos a revelar.
- Cuentale, cuentale, no pierdes nada, y nos podremos llevar se patito rojo de hoja de lata.
- Callad, siempre estáis ahí molestando, importunando mis decisiones, ¿no puedo decidir yo solo?.
- Shhhhhhh, se juicioso.
- Te tengo unas ganas meapilas.
- No me digas que nunca, has odiado o amado a alguien en secreto. Ese pariente cercano que no lo puedes ni ver; esa mujer que te desborda y deseas, que por tu bien, no debes decirle nada; algo me piensas que sería execrable para todos si supieran que eso te ronda por la cabeza…
- Claro.
- No, no bajes los brazos.
- Cuentale, cuentale, si no quieres el patito, hay otros regalos.
- Esta situación siempre esta desequilibrada, santurrón, siempre vas a perder, son dos contra ti, este que siempre lleva cuernos, ya te los podias ir cambiando, ya de paso, y la tentación. En fin. No sé si te valdrá, seguro que no es lo que esperas, pero te voy a contar lo que hago a escondidas y nadie lo sabe.
- Toma, toma, toma, este mes te gano, siete a cero.
- Soy todo oídos, un secreto por un objeto del escaparate.
- Tengo un soplido maravilloso.
- Que me estas contando, eso no merece ni escucharte.
- No, eso, no se lo cuentes.
- Toda mi vida es un soplido, en él vuelo y me sustento, Para que nadie se de cuenta, siempre lo oculto tras un gesto o un artificio. Hago cosas fantásticas. Curo heridas, un soplido, “cura sana cura sana culito de rana” y el dolor del rasguño pasa. Para el dolor de cabeza, un soplido y beso en la frente, Se cae algo al suelo se llena de gérmenes y con un simple soplido lo esterilizo, también lo sacudo, para que nadie sospeche.
- Sigue, puede que te lo ganes.
- Pero eso no es nada. Los más importante soplidos son los que son para mí. Los que levantan las faldas a las chicas y yo miro por el reflejo de un cristal o de reojo distraído. Los que se convierten en caricia detrás de la oreja acompañado de un susurro de palabras dulces. Y el principal, los que me sacan lo malo que tengo dentro, fuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

Y la tentación desapareció.

- Compañeros, nos los llevamos todos.
- Yuppppppiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!! Jajajaja… fiesta. Que pringada la tentación. (gritaron cuernecitos y meapilas).
La mejor manera para que desaparezca la tentación, es caer en ella.