Salí de casa, por la parte de atrás. Me encaminé hacia los huertos, hasta la tapia que esta al lado del nogal, y allí me senté, reafirmando la espalda sobre la cal, aburrido de la cena y de este pueblo.
La noche era oscura, negra. La luna no aparecía y las estrellas por alguna extraña razón habían dejado de lucir. Casi no podía ver ni mis pies.
Saque del bolsillo una caja de cerillas grande, la había cogido del cajón del sacristán, algún beneficio tenía que tener ser monaguillo. Y comencé a encenderlas para pasar el rato, inicialmente las pasaba sobre la lija con cuidado, calculando el roce mínimo para que se encendieran. Por un instante veía mi mano iluminada, los dedos que sujetaban la cerilla. Unas veces esperaba hasta que sentía el calor de la llama, otras soplaba y la apagaba.
Cerilla, caja, lija, llama, soplar. Cerilla, caja, lija, llama, esperar, esperar, mirar la llama, color azul, soplar. Cerilla, caja, lija, llama, soplar. Cerilla, caja, lija, llama, esperar, se revuelve la llama, casi me quemo. Cerilla, caja, lija… Cerilla, caja, lija, llama, soplar. Cerilla, caja lija, llama, a mi lado hay alguien, soplar. Me ha parecido ver un rostro, cerilla entre los dedos, nervioso, no sé si encender la cerilla o esperar. Cerilla, caja, lija, llama, esta ahí, un escalofrío me recorre el brazo derecho, soplo. No puede ser, me parece que es, me decido. Cerilla, caja, lija, llama, levanto la mano y la llevó hacia él. El espectro de mi primo Diego, me mira, o ¿mira a la llama?. Sopla. He sentido su aliento en mis dedos, no hay duda esta aquí. Ha vuelto.
Solo queda en la caja una cerilla. Le quiero decir algo. Le quiero decir que lo siento mucho. Que no fue mi intención empujarle. El arrebato de ira que tuve por llegar detrás de él a la cima de la montaña fue horrible. “Te reíste de mí, y no me puede controlar”. Le quiero pedir que me perdone. Cerilla, caja, lija, llama, nada, no esta, miro, espero, me vuelvo al otro lado, nada, siento el calor de la llama en mis dedos. Me quemo, suelto la cerilla, se apaga. Espero toda la noche hasta que se hace de día, amanece. Nunca más volví a ese lugar, ni a jugar con cerillas.